REFERENCIA EXTERNA Y BAJA AUTOESTIMA
(ENVIDIA)
La envidia es sentir tristeza o rabia de que otro tenga lo que yo no tengo. Es un sentimiento de muy baja vibración y revela la frustración de nuestra baja capacidad de logro y productividad. Denota serios problemas de autoestima y por ende de inseguridad personal, es una característica típica de personas cuyo locus de felicidad se encuentra fuera de ellos; es decir, se distraen en la observación y admiración de la forma de vivir y logros de otras personas y pierden mucho de su tiempo que sirve para fomentar habilidades personales.
La envidia entonces representa una forma de vivir con referencia al objeto, es decir, la competencia que se libra no es contra el propio “yo” que persigue el mejoramiento permanente y sostenido, sino contra el “tú”, lo cual se convierte en una carrera interminable e inalcanzable pues el que compite contra el yo, conoce las debilidades y fortalezas de su adversario, el que compite contra otros (tú) solo conoce los resultados de esos otros, pero sus fortalezas y debilidades no las percibe de manera total, de modo que el mejoramiento basado en ese tipo de competencia suele ser en ocasiones frustrante y agotador.
Una persona equilibrada mira a su alrededor para aprender que hacer y qué no hacer, pero ve el éxito ajeno con alegría y el fracaso ajeno con compasión; esto ocurre porque se conocen así mismos y se aman tal como son y su percepción acerca del éxito y el fracaso es mucho más elevada que su deseo de competir. Esto no significa que una persona equilibrada no desee cambios en su vida, o sea incapaz de observar que actitudes o aptitudes ajenas imitar; de hecho uno de los métodos de enseñanza y aprendizaje implementado respectivamente de acuerdo al lado en el que nos encontremos, es el modelaje, es decir que observamos patrones que funcionan en otras personas exitosas, para generar pautas de éxito en nuestra vida o en la vida de nuestros facilitados.
El problema básico de experimentar frecuentes episodios de envidia, es que además de mostrar nuestra tristeza actual, frena nuestra capacidad de crear, producir y crecer y duplica nuestros motivos para sentirnos infelices; por la sencilla razón que todo aquello que escapa de nuestro control es difícil de manejar pudiendo prever con certeza los resultados, este es el principal motivo por lo que debemos convencernos de que nuestro locus de felicidad (punto de enfoque) debe residir en nuestro interior, de manera que al sentirlo nuestro, lo canalicemos, amemos y desarrollemos con hábil destreza para obtener nuestros cometidos, alcanzar nuestras pequeñas metas, asumir nuestros retos y descubramos la maravillosa experiencia de vencer el desafío humano de ser felices.
Sentir envidia no solo disminuye nuestra energía para actuar, porque emite pensamientos de programación negativa para nuestra propia vida, sino que además lanzamos emanaciones de igual orden al universo y no solo al ser o situación que es objeto de nuestra envidia. En este sentido no solo dejamos de aportar al universo, sino que además le restamos, lo desequilibramos y lo desordenamos.
Probablemente mucho de los elementos que nos conducen a sentir envidia provienen de patrones aprendidos en nuestra infancia, por haber de alguna manera copiado la forma en la que nuestros padres y familiares percibieron o perciben la vida; y otra porción al hecho concreto de haber vivido numerosas experiencias que lesionaron gravemente nuestra autoestima, indicándonos o grabando en nuestro inconsciente que nuestra capacidad de logro era limitada.
Si escuchamos repetidas veces que "no podíamos", "no sabíamos" entre otras cosas nuestras imágenes frenadoras probablemente sean muchas y nuestra capacidad de arriesgarnos y asumir retos es inversamente proporcional a nuestros frenadores, es decir más freno menos logro. Esto tiene relación con nuestros miedos, lo cual quiere decir si temo, me paralizo; entonces, cuál es el problema de paralizarme? Evidentemente que mis logros son menores y llenaré mi vida de añoranzas de tener lo que otros logran.
Existen dos maneras de abordar dicha experiencia:
1.- Si nuestro corazón fue formado a través de un espíritu compasivo y amoroso, la añoranza no es activamente dañina, o por lo menos el daño que causa no se extiende por cuanto aún cuando podemos sentirnos frustrados no volcamos nuestra frustración en otros y no sentimos envidia de ello.
2.- Si hemos crecido alrededor de personas con altos niveles de frustración o vivimos a nuestro alrededor, rechazo, indiferencia muy probablemente nos tornaremos envidiosos y aquél éxito de nuestro hermano o amigo que debe hacernos sentir gozo, nos herirá y entristecerá.
Es realmente nocivo sentirnos así, pues ni crecemos ni dejamos crecer y nos convertimos en una piedra en nuestro camino y en el camino de todo el que se nos acerque, lo más triste es que nunca entenderemos que es nuestra única responsabilidad y que únicamente comenzando a percibir la vida de otro modo nos aliviaríamos de tan desagradable sentimiento, además de atraer a nuestro alrededor una vez eliminada la postura envidiosa, a personas con nuestra misma energía vibratoria, es decir sin mezquindad en su corazón.
Quien tiene baja autoestima no confía en su voz interior porque realmente se encuentra desconectado de ella, por lo que busca las voces del externo o lo que es lo mismo las opiniones ajenas que se expresan en la necesidad de palabras de reconocimiento, para proceder con un poco de seguridad.