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viernes, 29 de mayo de 2015

MOTIVACIÓN Y DILIGENCIA


Diligencia: "Prontitud de ánimo para obrar el bien". (Pequeño Larousse Ilustrado).

Para liberarnos de la DESMOTIVACIÓN, debemos generar o aumentar el nivel de diligencia en nuestras pautas personales, lo cual significa revisar nuestra prontitud de ánimo para obrar, es decir, el nivel de nuestras ganas para actuar o ejecutar nuestras tareas, una persona motivada suele ser diligente en sus actividades y ejecuta sus tareas con responsabilidad.

Es importante analizar, si: ¿nos gusta la vida que llevamos?, ¿el trabajo que hacemos?, ¿nuestra rutina diaria?, pues esto es un indicador de nuestro autoconocimiento, evidentemente al que le gusta su manera de vivir, su empleo y sus rutinas, quien posee un alto poder de bienestar y equilibrio le resulta más fácil ser diligente.

No obstante lo expresado, a veces tenemos circunstancias de vida diferentes a las que creemos haber planificado, pero que igualmente hemos decidido o escogido tener, ya sea por acción u omisión; pero tenemos la percepción de que debemos hacer lo que queremos, lo cual es ciertamente aconsejable, sin embargo, una forma de lograr hacer lo que queremos y que lo que queramos sea armónico con el universo, es decir, guarde sincronía y sintonía con los ritmos universales, es comenzar por querer lo que hacemos.

Al enviar mensajes de amor a nuestra habitualidad y tratar de ser diligentes y hacer las cosas con entusiasmo, nuestro nivel de intuición mejora y se fortalece, comprendemos mas la forma en la que el universo se desenvuelve, mejora nuestro nivel de motivación y nuestra diligencia y con ello la asertividad en nuestras decisiones.

Ser diligente aumenta el número y la calidad de nuestros resultados, evidentemente porque aumenta nuestro nivel de intentos. La diligencia es una virtud para aprender e imitar, es una pauta del perfil de personalidad de los seres exitosos.

La diligencia se adquiere o mejora mediante un proceso de trabajo progresivo y constante en el que iniciamos observando: 
1.  ¿Terminamos todo lo que comenzamos?. 
2.  ¿Cuánto tiempo nos lleva terminar lo que comenzamos?. 
3.  ¿Cuándo lo abandonamos sin terminarlo, en qué nivel lo abandonamos?. 
4.  ¿De dónde proviene el sabotaje que nos lleva a abandonar nuestras tareas?. 

Una vez identificados los elementos que refuerzan la desmotivación, aplicamos correctivos para mejorar o incorporar la diligencia en nuestras vidas, para lo cual aplicamos los siguientes tips: 
1.  Tomando un área de nuestra vida a la vez, nos proponemos culminar cada plan que nos trazamos. 
2.   Ponemos tiempo de culminación a nuestros planes. 
3.  Si se trata de un trabajo largo, lo dividimos en etapas y colocamos fechas para culminar las etapas. 
4.  Incluimos en nuestra rutina diaria, alguna actividad física para producir energía (hacer algún deporte), ya que producimos tanta energía como consumimos, y el deporte propicia tanto el bienestar físico como emocional, por eso las personas desmotivadas generalmente no son eufóricas. 
5.   Después de haber observado si algo en nuestra vida no nos gusta hacemos una planificación para cambiarlo o revertirlo, permitiéndonos trabajar dentro de un proceso en el que tengamos paciencia y oportunidad de observar los resultados. 

Sustituir la desmotivación, por motivación y diligencia requiere un gran trabajo, esmero y una genuina intención de hacerlo, pero nuestro resultado será directamente proporcional a nuestra intención de hacerlo y lograrlo.

Todo trabajo de crecimiento personal, que implique incorporación de pautas, requiere nuestra observación y dedicación, pero te aseguro que pueden lograrse maravillosos resultados, no importa lo difícil que parezca, lo lograrás.

Camina hacia tu ser evolucionado, el universo te apoya, solo relájate y viaja en los sutiles movimientos armónicos de su fuerza.

viernes, 15 de mayo de 2015

GENEROSIDAD O CAPACIDAD DE DAR Y COMPARTIR
 La generosidad es un atributo de la naturaleza, experta por excelencia en la justa distribución de los bienes y en la que existe de todo para todos, inspirada en la armonía y el equilibrio. La generosidad es una virtud que habla de las bondades del alma y representa obrar con magnanimidad y nobleza de ánimo, quien es generoso siente alegría de compartir lo suyo, no siente temor de perder al compartir ni entiende el compartir como una disminución de patrimonio; la generosidad adecuadamente experimentada, es una herramienta para crecer y hacer crecer a nuestros congéneres. Quien logra ser generoso maneja energías de equilibrio, porque su nivel de inseguridad y miedo es generalmente bajo. Ahora bien, nuestra generosidad no debe ser una forma de interferir en el aprendizaje ajeno, debe tener carácter compasivo pero limitado a no destruir una experiencia ajena de crecimiento. La generosidad no incluye solamente nuestra percepción acerca de la forma de compartir el dinero sino el tiempo, el afecto, el espacio, etc., solo le resulta fácil compartir a aquél que no tiene miedo de perder y que considera que es abundante en todos los ámbitos de su vida. La generosidad está relacionada con la ley del desapego a la que se ha referido DEEPAK CHOPRA y tiene que ver con el sentimiento que tenemos hacia todo lo que no somos nosotros mismos, y al sentimiento de pertenencia. En realidad no venimos a este mundo a poseer, sino a ser o a experimentar nuestro ser o lo que es lo mismo a disfrutar la experiencia de ser. La pertenencia nos ata con un sinnúmero de elementos externos, como cosas e incluso personas, impidiendo que nos sintamos libres y percibamos la vida sin equipajes; todas las actividades de la vida la realizamos nosotros y no nuestras pertenencias; cuando enfermamos y debemos ser sometidos a un intervención quirúrgica entramos al quirófano completamente desnudos; cuando viajamos debemos dejar el avión en el aeropuerto y el carro en el estacionamiento, es decir, el que entra, sale e interactúa es el ser, aún cuando morimos no podemos llevarnos nada de lo que atesoramos. Solo una propiedad sana tenemos y es lo que alberga nuestra alma dentro de lo que se encuentra la información, el conocimiento, la sabiduría, la emocionalidad. Quizás podamos trasmitirla, transformarla, compartirla, pero aunque regaláramos su caudal, su verdadera esencia seguiría siendo nuestra. El apego nos hace conocer la avaricia y nos crea y alimenta el sentimiento de necesidad, lo cual solo podemos disminuir aprendiendo la generosidad. Si instalamos en nuestro ser y ejercitamos este hermoso sentimiento, romperemos todas nuestras ataduras, porque un corazón generoso necesita ser libre y la libertad emocional es el mayor desafío de un hombre. Si preguntaras como lograrlo podría decirte que empieces por revisar tu capacidad de compartir; lo que comes, lo que ganas, lo que amas y empezaras a abrir una válvula de drenaje para darte la oportunidad de diezmar y permitir que fluya parte de la energía material y emocional que represas cuando te dejas seducir por el apego.

miércoles, 6 de mayo de 2015

LA SOBERBIA



La soberbia  es la  excesiva estimación de si mismo, en menosprecio de los demás, generalmente las personas soberbias son altivas y arrogantes,  de caparazón  dura pero quebradiza.

La soberbia se expresa como complejo de superioridad y esconde realmente un complejo de inferioridad que crea una  necesidad de protección personal que hace vivir a quien lo experimenta a la  defensiva, las personas soberbias se pierden de mucha información, porque en muchas ocasiones suelen subestimar a sus interlocutores, lo que les hace deponer la posición mas inteligente en la que se pueda estar en la vida,  es decir, como alumno, lo cual nos convierte en unas verdaderas esponjas del saber.

El solo hecho de impedirnos la soberbia la posibilidad de ser unos hábiles oyentes, le hace ser un rasgo altamente limitante en nuestra vida, por que además nos hace ciegos y nos impide disfrutar nuestros cotidianos maestros. La soberbia nos aísla, y nos convierte en jueces de nuestro entorno, porque evaluamos y medimos a la gente, poniéndole distancia, nos hace exigentes por sentirnos merecedores de todo.

La humildad  es la emoción o sentimiento que le hace contrapeso y de la cual habla con gran llaneza la Biblia en varios de sus proverbios. El soberbio tiene cerrados muchos canales de comunicación, su nivel de tolerancia es bajo, y su corazón no es abierto, porque su mundo se vive de afuera hacia adentro y no de adentro hacia fuera. La soberbia ensombrece nuestras necesidades, y nos centra en el ego y el deseo.
 
La soberbia nos convierte  a veces en personas fatuas, pues nos hace perder la capacidad de apreciar las cosas sencillas, resquebraja nuestra sensibilidad, ya que no nos provoca ver el interior de las personas, en virtud de que no nos parece importante el compartir, al menos no las cosas que verdaderamente valen en la vida.
 
El soberbio experimenta una división personal y concibe todo lo que a otro le ocurre lejos de el, no concibe el criterio de la unidad, por cuanto se concibe privilegiado y especial. La importancia de conocer la toxicidad de la soberbia consiste en contar con suficientes elementos para no dejarse seducir por ella.
 
Todo aquel que inicia un camino hacia la excelencia personal entiende que se encuentra en un proceso de evolución y mejoramiento en el que todos conciente o inconcientemente nos encontramos, evidentemente el que se hace conciente busca deliberadamente a través de diferentes herramientas, colaborar activamente en el proceso para acelerarlo; cuando nuestro corazón  abandona la soberbia entiende que todas las personas a nuestro alrededor, con un método distinto al nuestro se desenvuelve en el proceso de vivir, por lo que no deben ser objeto de nuestros juicios, y nuestro método critico y acusador de evaluarlos, se trata un poco del conocido método colocarme su sombrero o ponerme sus zapatos para poder desde mi silla y en ocasiones desde la suya crear una verdadera empatía personal.
 
La importancia de manejarnos fuera de la soberbia es que nos hacemos seres ilimitados con una increíble capacidad de comprensión y entendimiento.